El 29-S, hay que ganar el Futuro también en Euskadi

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Las políticas de ajuste y la reforma laboral que ha planteado el Gobierno nos amenaza con un horizonte de futuro que nos devuelve al pasado.

El Ejecutivo español, al igual que el resto de los europeos, se ha constituido en rehén de los mercados financieros y pretende que los trabajadores paguen los ajustes, no las entidades financieras ni los que tienen mucha capacidad económica. Es decir, que la parte estrecha del embudo sea sólo para las trabajadoras y los trabajadores y la ancha para las entidades financieras y los grandes empresarios.

Con estas políticas, en nuestro país se está corriendo un serio riesgo de que las generaciones jóvenes tengan menores derechos y garantías laborales y peores condiciones de trabajo que los trabajadores de más edad. Es decir, que nuestros hijos vivan peor que nosotros e incluso que nuestros padres.

La apuesta no es una salida más justa, más equilibrada y más equitativa, a través de una profunda reforma fiscal que suponga que aporten más aquellos que tienen mucho más, los grandes beneficiados de la crisis. La apuesta es recortar el gasto, los salarios y deteriorar el mercado laboral. No quieren ver que, en la locura de satisfacer la exigencia de sacrificios sin límites de los dioses de los mercados, están acometiendo una sangría de empleo y se están poniendo obstáculos al crecimiento económico.

Si se recortan los salarios y la capacidad de consumo de los trabajadores con empleo, aumentará el paro en nuestro país.

En España vivimos de la demanda interna, sólo el 6% de las empresas tienen capacidad exportadora. Por tanto, cada vez que se protege el empleo y el salario de un trabajador que tiene un puesto de trabajo se realiza una aportación solidaria para que no aumente el paro o para que se resuelva cuanto antes el drama que viven millones de familias.

Esta estrategia de política de ajuste la ha planteado también con la reforma laboral, que no va a crear empleo, sino que va a satisfacer la demanda histórica de las organizaciones empresariales de abaratar y facilitar el despido. La reforma desregula las causas del despido, haciendo desaparecer los salarios de tramitación y reduciendo la tutela judicial, otorga amplias facultades a las agencias privadas de colocación con ánimo de lucro y privatiza el desempleo; abre una vía de la contratación de las empresas de trabajo temporal en sectores de riesgo, y lo que es peor, rompe la negociación colectiva y aumenta el poder de dirección empresarial para modificar las condiciones de trabajo y para descolgarse de los incrementos salariales pactados en los convenios colectivos sectoriales, sin que puedan establecer a partir de ahora las condiciones y los procedimientos de inaplicación salarial en dichos convenios.

Y no se va a terminar ahí, se insiste en retrasar la edad de jubilación a los 67 años, pero nadie explica, en esta coyuntura económica, ¿qué garantía tiene el Gobierno de proporcionar un puesto de trabajo en este país a un trabajador hasta los 65 años que es la edad legal de jubilación actual? Recordemos que el 40 por ciento de los jóvenes está en paro y además se está planteando eliminar los mecanismos de rejuvenecimiento de plantillas.

Es un contrasentido. El cumplimiento del objetivo del déficit que se plantea el gobierno, y que quiere cumplir como un alumno aventajado de la UE, no sólo no resuelve los problemas sino que va a perjudicar al conjunto del país y a comprometer el futuro.

El 29 de septiembre, vamos a protagonizar una rebelión democrática contra la impotencia y la resignación.
En UGT estamos haciendo un esfuerzo colectivo por llegar a todos los centros de trabajo, explicar lo que nos estamos jugando, dar la vuelta a estas políticas. Y nos van a apoyar los trabajadores porque saben que en este país hay un Sistema Público de Pensiones, Educativo y de Sanidad por el esfuerzo de los sindicatos y de los trabajadores, que hay una prestación económica en caso de infortunio por enfermedad gracias a las organizaciones sindicales, hay capacidad para redistribuir las rentas de manera más justa a través de los convenios colectivos.

Si se quieren quitar esos derechos para expandir el mercado privado, el principal obstáculo somos los sindicatos, que somos los primeros y fundamentales defensores de nuestro sistema de protección social.

Los trabajadores tenemos que demostrar el 29 de septiembre, con nuestra respuesta en la huelga -en Euskadi también-, que estamos dispuestos a defender nuestro futuro y no retroceder en derechos, exigir que se paralicen las reformas que ponen en riesgo que en los próximos años tengamos menos garantías laborales y peores condiciones de trabajo.

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