Todo comenzó con el Estatuto de los Trabajadores

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Para el conjunto de los sindicatos la consolidación de la democracia y la democratización de las relaciones laborales era algo así como el aire para respirar. Era preciso propiciar la sustitución del principio básico de la normativa no democrática, el intervencionismo, por el reconocimiento de la autonomía de las partes en las relaciones laborales. Basta recordar y hacer referencia explícita a la sustitución de la homologación administrativa de los convenios por el simple registro de los mismos. Lo mismo ocurre con los arbitrajes y laudos obligatorios que había que suprimir salvo en supuestos excepcionales expresamente regulados.

El Estatuto de los Trabajadores es simple y sencillamente la constitucionalización de nuestros derechos como trabajadores. Sus contenidos son vitales para que la democracia llegue a los centros de trabajo, para que el derecho al trabajo sea un trabajo con derechos. Pero también para que el protagonismo de la organizaciones sindicales bajo el principio de representatividad mayoritaria gobierne las negociaciones y la participación en los ámbitos superiores a la empresa. De ahí que no se entienda Estatuto de los Trabajadores sin el necesario acompañamiento de la Ley Orgánica de Libertad Sindical.

El Estatuto de los Trabajadores fue la primera manifestación de Legislación Laboral negociada en España. El marco democrático de relaciones laborales se realizó previo proceso de concertación social entre las partes y los protagonistas de las relaciones laborales, empresarios y representantes de los trabajadores, sindicatos. Negociaron los que quisieron negociar y acordaron los que quisieron acordar. El Acuerdo Básico Interconfederal firmado entre UGT y CEOE el 10 de julio de 1979 fue la base social del nuevo Estatuto de los Trabajadores.

La situación política y socio-económica del país, era de una fuerte crisis económica. La debilidad del sindicalismo dada la falta de instituciones sociolaborales democráticas era manifiesta a pesar de su capacidad de conflicto. Y finalmente, la consolidación de la democracia exigía un esfuerzo colectivo por crear el marco democrático de relaciones laborales.

Y aquí aparece el conflicto vasco, el inicio de la fractura sindical en Euskadi. Cualquier legislación de ámbito estatal era contraria a la aspiración nacionalista de dotarse de un marco propio, diferente de relaciones laborales. Nuestro Estatuto de Autonomía nunca tuvo la competencia para legislar en materia laboral siendo esta una competencia exclusiva del Estado.

Parece que la historia se repite ahora que estamos configurando un nuevo marco político de ciudadanía europea. Ya entonces, el Estatuto de los Trabajadores se rechazó en Euskadi porque era negativo como clase y como pueblo. Atacaba a nuestros derechos laborales y a nuestros derechos como pueblo. Estos argumentos hoy se están repitiendo prácticamente de la misma manera a la hora de construir un ámbito europeo de acción política y social.

El rechazo político y sindical culminó con la huelga del 7 de diciembre de 1979 contra el Estatuto de los Trabajadores, que podíamos calificar como la huelga de “Todos contra la UGT” Este era el comienzo el comienzo de la fractura sindical en Euskadi. La protesta fue convocada por todas las centrales sindicales, salvo la UGT, y por todos los partidos políticos, salvo la UCD y el PSOE, con el siguiente eslogan “Contra el despido libre, por el pleno derecho de acción sindical en la empresa y por la libertad de negociación colectiva en todo Euskadi”.

El esfuerzo y la coherencia sindical de la UGT para dotar al conjunto de los trabajadores de derechos individuales y colectivos ha tenido un costo para la UGT muy importante ya que hubo que realizar un intercambio entre una menor protección individual de los derechos de los trabajadores por una mejor capacidad de actuación colectiva a través de los sindicatos, transformando un regulación autoritaria por otra de carácter democrático. Esta ha sido nuestra aportación a la democracia en este país. Hacerlo en solitario tuvo un desgraciado mérito que hay que poner en valor hoy más que nunca. El Estatuto de los Trabajadores hoy ya los defienden todos. Esto es más que un consuelo. Es nuestro orgullo y nuestro compromiso coherente y permanente.

Dámaso Casado Cuevas
Secretario General UGT-Euskadi

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