Europa -Euskadi: Crisis y relaciones laborales

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En una intervención en el Consejo de Relaciones Laborales, en 1994, UGT defendía ya “OTRA” POLÍTICA PARA EUROPA en la que se priorizase el crecimiento y las políticas europeas para la competitividad. Decíamos entonces que era más importante y urgente crear sectores industriales europeos competitivos y políticas europeas dirigidas a diseñar una verdadera política industrial que hacer una sola moneda.

Estas políticas que reclamábamos ya entonces no se han desarrollado y, si se ha dado algún paso ha sido con mucha timidez, el CAMBIO DE MODELO PRODUCTIVO, que en estos últimos años se ha convertido en un mantra que todos y todas reclamamos y entendemos como necesario pero que nadie se pone en serio a ello con unas políticas duraderas en el tiempo que lo posibiliten.

En un mundo tan globalizado como en el que vivimos, toda situación generada en una parte del mundo tiene una respuesta rápida, contundente y en ocasiones amplificada en la otra y, así se ha demostrado en esta crisis; el fracaso del modelo económico mundial se ha agravado en economías como la española, por la debilidad de nuestro modelo productivo, que se asienta sobre unas bases tecnológicas de innovación y formación muy débiles, que lo abocan reiteradamente a una estrategia de competitividad basada en la reducción de costes laborales. Frente a la imposibilidad de utilizar la moneda como herramienta de devaluación se utilizan los costes laborales.

Nuestra legislación laboral ha generado un marco legal de gran facilidad para la destrucción de empleo, que es utilizado como mecanismos de respuesta a los ciclos económicos; pero reiterada e interesadamente se sigue poniendo el punto de mira en la regulación del mercado laboral como culpable de todos los males que sufre nuestra economía y, este es uno de los retos que tenemos los trabajadores y trabajadoras en Euskadi y en España que, de una vez por todas los poderes políticos y económicos dejen de encaminar sus soluciones hacia iniciativas políticas erróneas, injustas y estériles que lo único que consiguen es debilitar el crecimiento económico, impedir el cambio de modelo productivo, desgastar el Estado del Bienestar y, fundamentalmente, van a ser un lastre para la creación de empleo de calidad y con derechos.

A diferencia de lo que pudiera ser válido para otros países de nuestro entorno, la crisis económica que estamos padeciendo, también en Euskadi, no tiene sus causas ni sus repuestas en la regulación del mercado de trabajo, sino mas bien en una apuesta decidida tanto de los poderes políticos como económicos por impulsar un modelo industrial que consolide tamaños de empresas que garanticen su viabilidad a medio y largo plazo.

Se está demostrando en esta crisis que las economías con una potente base industrial están resistiendo mejor los embates de la misma. Y, el ejemplo dentro de nuestro país somos nosotros, Euskadi, que con un peso industrial mayor que en otras CC.AA estamos acusando con menor intensidad la destrucción de empleo. Sin minimizar en absoluto el impacto que estamos también sufriendo en Euskadi.

Cualquier cambio de modelo productivo pasa necesariamente por un mayor desarrollo industrial, impulsar una fuerte política industrial. No obstante, en una comunidad como Euskadi, con tantas complejidades e intereses superpuestos, surgen fortalezas que se llegan a convertir en debilidades y, uno de esos casos es la profunda división sindical que tenemos y que arrastramos a lo largo de los años, que lastra cualquier avance que vaya encaminado a conseguir un mejor clima social, que permita llevar a cabo políticas encaminadas a introducir en las empresas más y mejor implicación de los y las trabajadoras a la hora de aplicar formulas de flexibilidad que permitan el mantenimiento del empleo frente a la decisión más fácil del despido.

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