Intervención del Secretario General de UGT-Euskadi, Raúl Arza, en el Fórun Nueva Economia, en Bilbao, en el que ha sido presentado por el Secretario General del PSE-EE, Patxi López.
Miércoles, 12 de marzo de 2014
{Intervención}
{Egun on. Lehenik, antolatzaileei bere gonbidaketa eta azaldutakoei beren partehartzea eskertu nahi nieke.
Beste aldetik, Patxiri bere aurkezpena eskertu nahi diot.
Orain dela hogeitahamar urte nola jakin Nezakeen zu nire alderdiko idazkari nagusia izango zinela eta ni zure sindikatukoa.
Buenos días, quiero agradecer a Nueva Economía Fórum la invitación para participar en este foro de debate y a Patxi López la presentación que me ha hecho, agradecer también a todas las persona que se han acercado a escuchar la posición de la UGT Euskadi en un momento tan delicado en lo economico y en lo social .
Quiero aprovechar esta tribuna para lanzar un mensaje de ánimo a nuestro Consejero de Empleo y Asuntos Sociales Juan Maria Aburto y desearle que se recupere cuanto antes.
Hacemos sindicalismo en Euskadi en un contexto:
-De un escandaloso nivel de paro, cerca de 180.000 personas de regresión social,
-De continuado aumento de las desigualdades sociales
-De políticas impuestas por instituciones supranacionales lejanas y burocráticas pero que, conviene no olvidar, son nombradas por los poderes políticos democráticamente elegidos;
-De aparente supremacía de las instituciones financieras y de los mercados sobre la política, aunque tampoco conviene olvidar que ello es así porque la política no quiere, o no es capaz de alcanzar un consenso, para regular los mercados y el sistema financiero, a los que en su día desreguló y por lo que está pasando lo que está pasando.
Es decir, en un contexto que para la ciudadanía representa miedo, angustia, inseguridad, indignación y falta de perspectivas de futuro.
La crisis económica, en su origen y en sus consecuencias está suponiendo un aumento de la desigualdad en rentas y riquezas, pero también lo está haciendo en derechos y oportunidades.
Para nosotros no es cierta la tesis que circula e incluso que se ha interiorizado de que vivíamos por encima de nuestras posibilidades.
Es algo totalmente diferente: ha sido la transmisión a la economía real de los efectos de la crisis financiera y el estallido de la burbuja inmobiliaria las que han ocasionado el hundimiento de los ingresos públicos debido a sus efectos sobre el empleo, sobre la actividad económica, el colapso de la demanda interna y la recesión económica.
La crisis se explica originariamente en el desequilibrio entre las rentas del trabajo y las del capital. Y este desequilibrio continúa y es ahora más grande aun.
Las entidades financieras y todo el planeta de instrumentos financieros de variado pelaje, están saliendo doblemente ganadoras de esta crisis.
Primero porque, con ingentes aportaciones de dinero de los contribuyentes, lograron evitar la quiebra durante los primeros tiempos de la crisis provocada por sus prácticas irresponsables y codiciosas. Lo que les ha permitido, en general, seguir repartiendo pingües beneficios, echando la culpa del desastre que provocaron a los reguladores -precisamente ellos que pedían constantemente que la desregulación fuera la norma-, y continuar reivindicando más de lo mismo. Ahora, porque una vez rehechos, vuelven a ganar de nuevo especulando, poniendo contra las cuerdas a los Gobiernos, imponiendo su ley frente a la leyes de la democracia, culpabilizando a los Estados de los déficits que se generaron con las ayudas que les otorgaron o tuvieron que destinar para paliar las consecuencias que ellos mismos causaron.
Y obligando a los gobiernos de la zona euro y de toda la UE a endeudarse de nuevo para asegurarse que, pase lo que pase, ellos cobrarán sus préstamos. Hemos llegado incluso a una reforma express de nuestra Constitución para garantizar su devolución.
La ciudadanía en general y los sectores de la población más desfavorecidos en particular saldrán de esta crisis como doblemente perdedores.
En primer lugar, perdieron yendo por millones al desempleo y a un endeudamiento que ha recortado su nivel de vida presente y futuro.
En segundo lugar, perdieron mediante el recorte de sus salarios, la congelación o eliminación de sus prestaciones sociales, el retroceso del diálogo social y la erosión de derechos laborales y de jubilación.
Sólo unas palabras para poner encima de la mesa algo evidente: las políticas de austeridad, unidas a las reducciones permanentes del gasto público, van en sentido contrario de lo que hay que hacer para iniciar una verdadera recuperación de la economía.
En lugar de solucionar, empeoran. Son más el problema que la solución. Y hacen vencedores a los culpables.
Aunque los datos económicos más negativos hayan dado paso a otros más favorables, esto no significa que hayamos empezado una recuperación sostenida y capaz de absorber la gran cantidad de mano de obra que se encuentra desempleada.
En España, los analistas prevén ritmos de crecimiento para este año de entre el 0’5% y el 1%. Pero creciendo el 1% no se reducen ni el desempleo ni la deuda de familias y de las empresas.
Pese a todo esto, seguimos escuchando voces que afirman que las reformas de los mercados de trabajo son insuficientes y que los recortes en el estado de bienestar son necesarios, sustituyendo lo público por lo privado.
Para entender la insaciabilidad de los gobiernos y de los mercados en las continuas politicas de ajuste , me viene a la memoria lo que dijo Dunga , seleccionador de Brasil, sobre su equipo
“ Tenemos que ganar siempre. Y si ganamos ,no estamos satisfechos porque deberíamos haber dado espectáculo. Y si damos espectáculo, tampoco estamos contentos porque debiéramos haber hecho siete u ocho goles. Y si hacemos eso, es que el rival era débil “
Creo que estas declaraciones resumen perfectamente lo que sucede en nuestro país pero referida a la reforma laboral y los recortes sociales.
Ante la adopción de medidas que socavan los derechos laborales y el estado de bienestar, el sindicato se ha alzado en defensa de los sectores que sufren la crisis pero que no la han provocado.
El sindicato se ha convertido así en la última línea de defensa a quebrar. Y es por ello que se produce un ataque sin parangón a la credibilidad y la honorabilidad del sindicato, con la finalidad de deslegitimarlo, de desprestigiarlo a los ojos de la sociedad y de eliminar las funciones que tanto la Constitución como el Estatuto le confieren, dejando a los trabajadores y trabajadoras a merced de un mercado de trabajo intencionadamente desregulado.
Desde amplios sectores políticos y mediáticos se viene orquestando la idea de que el sindicato es un parásito, que no vive de las cuotas de su afiliación ni de los recursos que es capaz de generar, sino del erario público.
Esos mismos dicen que «no están dispuestos a financiar con sus impuestos la actividad del sindicato; que no tienen sentido la regulación de los contratos ni la negociación colectiva».
Y con estos argumentos caldean el ambiente para predisponer a la ciudadanía y las trabajadoras y trabajadores contra el sindicato.
Por nuestro trabajo, en la defensa de los derechos de las personas trabajadoras, el sindicato ‘les sobra y debe ser eliminado’.
Pero ante quienes aprovechan la crisis como excusa para cambiar el modelo de sociedad, erosionando todos los sistemas de redistribución, es preciso que los trabajadores y trabajadoras y la ciudadanía perciban al sindicato como un instrumento de resistencia y de proposición.
Necesitamos un sindicalismo de alternativas, que además de denunciar y de reivindicar proponga soluciones que eviten la involución democrática y que paren, de una vez , la creciente desigualdad social.
Las continuas desregulaciones laborales están suponiendo, entre otras cosas, un cambio de valores.
Se ha ninguneado la dignidad del trabajo.
En nombre del empleo se pretende que esté justificada casi cualquier medida sobre la calidad y la dignidad del mismo
La idea de que “más vale un mal empleo que ninguno” ha hecho furor. Es el famoso “gato blanco, gato negro, lo importante es que cace ratones”. Mentira.
Por otro lado, se ha ido transfiriendo progresivamente el riesgo a los trabajadores y trabajadoras: estos se han convertido en la primera variable del ajuste.
La seguridad -garantías de rentabilidad, contratos blindados- para los accionistas y los gestores frente a la inseguridad para los trabajadores.
Sin empleo decente, que no es otra cosa que el empleo con derechos, no hay una sociedad decente.
Una sociedad acostumbrada a oír hablar de la autodeterminación de los pueblos se olvida que lo más importante es la autodeterminación de las personas, su autonomía y libertad, que pasa por tener un empleo seguro, bien remunerado y con derechos.
Caminamos hacia una sociedad de precarizados, de sub-empleados , de pobres con trabajo y, además, con un desempleo masivo durante muchos años.
El derecho al trabajo no puede convertirse en la obligación de trabajar sin derechos.
La precariedad es un cáncer económico, laboral y social.
Precariedad, siniestralidad, rebaja salarial, temporalidad abusiva y poca competitividad conforman un hilo conductor que nos degrada como personas.
UGT – Euskadi reivindica la ciudadanía laboral como parte fundamental de nuestra ciudadanía democrática.
Decía al principio que estamos ante un ataque a los modelos de redistribución. Y el papel sindical en la consolidación de dichos modelos ha sido fundamental. A muchos les gusta recordar como supimos hacer la reconversión industrial por los años 80 pero conviene recordar que se hizo con el apoyo fundamental y arriesgado de este sindicato.
Las pruebas ponen de manifiesto que en los países donde hay sindicatos fuertes y bien impla
Visitas: 382