En los últimos ocho años hemos asistido a una pérdida progresiva del poder adquisitivo de los salarios, de las pensiones y de las rentas de protección, y a un crecimiento sostenido de la desigualdad, como consecuencia del fuerte aumento del desempleo y de la generalización en amplios colectivos de trabajadoras/es de la precariedad laboral y del incremento de los precios de los suministros básicos; electricidad y gas. Nada sucede por casualidad.
La crisis que conocieron la economÃas europeas y mundiales a partir de 2008 y que fue provocada por las élites económicas y financieras, se abordó por los gobiernos nacionales, entre ellos los nuestros, con un catálogo de medidas polÃticas dictadas por el discurso neoliberal que impulsaban los mismos que habÃan causado la crisis. PolÃticas de austeridad y de recortes sociales y laborales, que elevaron hasta tasas insoportables el paro y la dualidad del mercado de trabajo, y que derivaron en una sociedad más empobrecida y en un retroceso injustificado de derechos sociales y laborales.
A partir de 2015 comienza una tÃmida recuperación económica, que se consolida en 2016, pero que no debe confundirse con la salida de la crisis. Una recuperación que llega más al beneficio empresarial que a los salarios y a la red de protección social. Por si fuera poco, y fieles a la improvisación y falta de estrategia a medio y largo plazo, el Gobierno del PP dice darse de bruces con una subida más que esperada del precio del petróleo, y con ella de muchos de los servicios básicos de consumo para la la ciudadanÃa: la luz, el gas, el combustible o la calefacción. ¿En qué estaba pensando el Gobierno? ¿Cómo quiere que entendamos su sorpresa ante el repunte del petróleo para explicar las inevitables subidas de estos servicios?
No hay excusa que valga. Sus polÃticas son responsables de este desatino. Las mujeres, jóvenes, pensionistas, personas en paro vuelven a ser los más vulnerables. El Gobierno del PP no puede escurrir el bulto. Las organizaciones patronales tampoco. Son culpables de lo que pasa. Los precios suben deprisa, y de forma descontrolada, los salarios, las pensiones y las rentas de protección pierden poder adquisitivo, la desigualdad crece y amplios sectores sociales se empobrecen. Vamos a salir a la calle contra el encarecimiento de la vida.
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